El listón de la humana confianza nunca estuvo situado demasiado arriba. Sospechar de las intenciones ajenas se considera un signo de inteligencia que legitima para reprender al crédulo advirtiéndole del riesgo de pasar 'de bueno a bobo'. A poco que surgiera la ocasión, sea cuando el 'perspicaz' se enfrentaba a un conocido incauto lamentándose de algún engaño, burla o estafa, le refería el chascarrillo del padre que, tras colocar a su hijo de pie sobre la mesa, le ofreció los brazos dispuestos para recogerle y le pidió que se lanzase a ellos. La criatura, segura, protegida, sin temor alguno, se arrojó contra el pecho paterno. El padre, entonces, se apartó permitiendo que el cuerpecillo infantil se estampase contra el suelo. El gimoteo del chaval, amalgama de dolor y desconcierto, fue abruptamente reprimido por el padre: «aprende, hijo;así es la vida, no te fíes ni de tu padre», y se marchó.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.