Pues ya ven, en medio de un partido en el que estaba
ocurriendo lo que entendíamos como previsible, en que nada se salía del guion,
una letra diferente rompió la armonía de la línea recta y dinamitó el resultado.
Hasta ese momento, los jugadores obedecían disciplinadamente las órdenes de sus
entrenadores. Lograban lo que yo nunca conseguí, no salirse del margen. La
tiranía de aquellas dos rayas que marcaban el renglón en mis cuadernos
infantiles nunca afectó a mis letras. Estas, salvo alguna que por casualidad
siguiera la pauta, se excedían o se quedaban cortas tanto por arriba como por
abajo. A buenas, escuché mil veces aquello de “¡qué mal escribes!, tienes que
esforzarte más”; a malas, “bórralo y hazlo otra vez”. Claro, los futbolistas
repiten y repiten en los entrenamientos para que la caligrafía sea la adecuada
mientras buscan el borrón rival, la letra fuera de sitio.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.