domingo, 31 de mayo de 2015

PAN CON PAN

Aquí el menda, del que decir que era de buen comer se quedaba escaso, recibió más de una y de una docena de reprimendas por semejante e incontrolada gula. Ese continuo apetito preocupó a mi madre que consultó al médico si podría ser por algún tipo de mal. No era ni medio normal que un mocoso comiese tanto y, descartada la enfermedad, hubo que tomar medidas preventivas para evitar el saqueo constante de las vituallas. Por ejemplo, mi madre tuvo que acostumbrarse a llevar siempre consigo la llave con la que trancaba la puerta de la despensa. En vista de que se hacía difícil agenciar cosa alguna para redondear los bocadillos, bueno era tirar de pan sin más. Entonces, cuando mi madre me pillaba rumiando el buen pan que hacía Perico en su horno, tiraba de refranero: pan con pan comida de tontos. Mejor pan que nada, le respondía y seguía a lo mío. El refrán siempre me pareció cruel, no por mí, sino porque imaginaba a esos pobres de los que nos hablaban para que nos callásemos cuando pedíamos algo, pobres de los que no tenían nada que llevarse a la boca. ¿Comida de tontos? ¡Que se lo digan al que pasa hambre de verdad y verás lo que te dice!