jueves, 26 de noviembre de 2015

TRAGEDIA Y TRÁGICA FARSA


Existe una práctica unanimidad, entre los que han estudiado aquellos años, en trazar un hilo que une el Tratado de Versalles y el ascenso del Partido Nazi al poder en Alemania. Aquel tratado con el que se oficializó el fin de la I Guerra Mundial impuso unas condiciones leoninas a la derrotada Alemania, hasta el punto de socavar cualquier esperanza de recuperación. Un caldo de cultivo ideal para que un discurso amparado en el odio pudiera incubar. E incubó hasta que no hubo remedio. La historia –ya dejó escrito K. Marx en el 18 Brumario de Luis Bonaparte- se repite dos veces, primero como tragedia, después como farsa. Lo cierto es que, en esta segunda ocasión, el nazismo llega de oriente y allí es, sobre todo, donde perpetra sus felonías.