En las elecciones catalanas, el gallo Ciudadanos se comió todo el maíz
que se había esparcido, un alimento con el que terminó de esculpir una figura
apolínea. Mientras, por desnutrición, el cuerpo de sus futuros rivales en las
contiendas españolas quedó hecho unos zorros. Poco, por no decir nada, han
tardado los fotógrafos de la demoscopia en mostrarnos que la cresta del gallo anaranjado
luce ya más alta que la del resto.