lunes, 29 de agosto de 2022

CARBONERO CON ESCASA FE

El modelo económico que embala nuestras sociedades se maneja con un código sencillo: para no morir hay que crecer. Es ley engullir sin desmayo, engordar hasta reventar. De esta manera, lo grande es cada vez más grande y lo que aparecía disperso termina concentrado en algunos pocos puntos como si las dinámicas del dinero estuvieran sujetas a fuerzas centrípetas –las contrarias a las que permiten que la ropa salga medio seca de la lavadora– que acumulan todo en el centro. Al fútbol, claro, le envuelve el mismo papel. Los equipos grandes lo son cada vez más. Tan cada vez más, que aun en aparente ruina disponen de medios inasequibles para cualquiera de esos otros muchos que subsisten como pueden. No sorprende que en lo poco que llevamos de temporada se hayan producido varias goleadas escandalosas en las grandes ligas. Aunque convivan en las mismas competiciones, la diferencia de nivel entre unas y otras entidades es abismal. Lo que no obsta para que el equipo menor, aun asumiendo sus carencias en comparación con un gigante, aborde el enfrentamiento dispuesto a buscar las cosquillas al ogro y así le fuerce a moverse espasmódicamente para poder aprovecharse. Al menos, que empuje con la fe del carbonero en pos de una anomalía estadística, que el grande yerre las varias que tenga mientras él aprovecha alguna de las escasas ocasiones de que dispondrá.