viernes, 28 de octubre de 2011

Fermín Cacho: «Siempre habrá dopaje, pero en España se pasan muchos controles»

Fermín Cacho. Exatleta, campeón olímpico de 1.500 metros



Un instante es el tiempo que se tarda en cruzar una frontera, lo verdaderamente duro es llegar a ella. Si la frontera es temporal, lo difícil es saber que la estamos cruzando. Ese instante puede separar un antes y un después claramente definidos, un instante que puede quedar en la memoria colectiva guardado toda la vida y solo después somos conscientes de su significado. El deporte español, que tantos éxitos cosecha ahora, no había salido del tercermundismo salvo por la irrupción de algunos pioneros hasta que llegaron los Juegos Olímpicos de Barcelona. Se había creado una estructura y se empezaron a recoger los frutos; lo que hoy vivimos es consecuencia de aquel trabajo. Una imagen simboliza el paso de esa barrera, la que separa el deporte de ayer y el de hoy, el paso de una España anquilosada a otra que, a pesar de las crisis, idas y venidas, de mejores y peores situaciones, hoy está englobada en la élite del deporte: Fermín Cacho elevando las manos al cielo tras conseguir la medalla de oro en la prueba reina del atletismo, el 1.500.
Fermín escucha la narración de TVE y se emociona. «Ufff, la veo y la tengo siempre en el recuerdo, la he visto muchísimas veces». Esos tres minutos y medio marcan la linde del deporte en España.
Es cierto pero se veía venir. La primera medalla en 1.500 fue la de José Manuel Abascal en Los Ángeles, luego José Luis González fue segundo en el Mundial. Pero el cambio llegó cuando en octubre de 1986 Barcelona fue elegida como sede de los JJOO. Hubo un cambio estructural que sirvió para sentar las bases de lo que es el deporte de hoy.
Los que tenemos una edad recordamos a Pilar Fernández o a Mariano Haro, ellos nunca tuvieron esa relevancia de puertas afuera, aunque aquí fueran considerados héroes. En algún momento tuvo que haber un cambio de mentalidad.
España venía de acoger el Mundial de fútbol del 82 que había sido un fracaso deportivo y cuyo nivel organizativo no pasó de regular. Se presentó una segunda oportunidad de organizar un gran evento deportivo y no se podía fallar, se quería borrar esa imagen. Todo el mundo, instituciones y empresas privadas se pusieron manos a la obra, se creó el Plan ADO, se creyó que España podía estar en lo más alto del deporte y esa mentalidad se traspasó a los deportistas. Se consiguieron 21 medallas, se recuperó la autoestima y se ofreció una imagen que no se había dado diez años antes. La creación del ADO fue muy positiva, los deportistas 'amateur', que siguen siendo 'amateur', podían dedicar horas a la preparación, podían pensar solo en los JJOO sin la doble obligación de trabajar y entrenar. Fue una de las claves.
-Toda su carrera se circunscribe al 1.500, ¿qué tiene para ser tan bella? ¿Por qué tiene ese poder de seducción?
-Es una prueba que, sin ser larga, incluye el estudio de los rivales, exige resistencia y velocidad, necesitas concentración, es básica la estrategia, aunque a veces hay que modificarla sobre la marcha. Los ingleses la hicieron muy grande en los años anteriores, en España es una prueba de gran tradición..
-Abascal era el método, y José Luis González, el talento, ¿dónde encuadramos a Fermín Cacho?
-Siempre he tratado de ser yo mismo e intentar superar sus títulos. Lo cierto es que González era el Curro Romero del 1.500. Abascal siempre estaba en las finales, en la lucha por las medallas. Pero nunca me fijé en otros atletas.
-Damos un paso atrás. Vamos a Ágreda, ¿cuándo y cómo se engancha al atletismo un niño de un pueblo de Soria?
-Ágreda es un pueblo pequeño y lo primero que tenías al salir del colegio era un balón de fútbol, pero en 7º de EGB (13 años) el colegio se apuntó a los juegos escolares, gané la prueba de selección y representé al colegio, gané una prueba comarcal, la provincial y fui tercero de la comunidad. Mi afición era el fútbol, compaginaba ambas cosas. Cuando acababa la temporada de cros jugaba al futbol, eso duró un año. Llegó entonces Enrique Pascual Oliva, mi entrenador de siempre, me había visto el año anterior y empezamos a trabajar juntos. Entrenaba un par de días a la semana con él, me llevaba a un sitio y a otro, me dijo que para llegar al futbol había que estar en un gran equipo, desgraciadamente el Numancia estaba en Tercera División, y que en el atletismo tenía posibilidades porque era luchar contra mí mismo y contra un reloj. Poco a poco me fue convenciendo. Después de dos años en Ágreda, se tuvo que ir a Soria, me fui con él, viví dos años en el colegio Gaya Nuño estudiando, y a partir de la temporada 87-88 (júnior de tercer año), Abel Antón vino de Zaragoza a entrenar a Soria y me llevó a vivir a casa con sus padres. Ahí empezó todo.
-¿El 1.500 le encontró o usted encontró al 1.500?
-Yo vengo de arriba, mis entrenamientos eran de fondo, pero tenía una cualidad innata, la explosividad. Enrique vio las cualidades que tenía y a partir del segundo año de júnior decidimos que la prueba ideal era la de 1.500. Ese año fui al Europeo júnior de Birminghan y quedé penúltimo en la final. Me dije o los demás son muy buenos o yo soy muy malo, pero no me vine abajo, aprendí a dominar la prueba y en el Mundial del año siguiente quedé segundo
-Su éxito más sonoro fue con 23 años. En cinco pasa de ser último en un Europeo júnior a campeón olímpico. La progresión fue brutal.
-En el medio hubo muchas cosas. En el 89 fui campeón de España, el mismo año debuté en la Copa del Mundo, en el 90 cumplí la mili, pero llegué a ser subcampeón de Europa de pista cubierta y, curiosamente, penúltimo al aire libre. En el 91 ya fui subcampeón del mundo pista cubierta y quinto del mundial de Tokio. Los JJOO eran la meta y ese quinto puesto fue un trampolín.
Rivales
-Tras Barcelona sigue consiguiendo éxitos, pero el oro se le resiste, excepto en un campeonato de Europa. ¿Piensa que su carrera pudo ser aún mejor?
-Cuando terminaba una competición sabía que lo había dado todo y salía con la cabeza bien alta, en ese sentido estoy tranquilo, aunque es cierto que siempre se resistió el oro, sobre todo en Mundiales. En los JJOO de Atlanta quedé subcampeón y le doy mucho valor por una circunstancia desgraciada que no puedes controlar, la caída de El Gerrouj a falta de 400 metros. Tuve que saltarle, Morcelli se fue y ya no pude alcanzarle. No sé si hubiera ganado esa carrera, aunque sí que me encontraba muy bien. Lo que tengo claro es que Morcelli no hubiera ganado el oro, estaba entre El Gerrouj y yo.
-¿Qué recuerdos tiene de esos dos grandes rivales con los que tuvo que competir tantas veces?
-Muy buena con ellos y con todos. En la pista todos queríamos ganar, pero fuera éramos amigos. Con ellos dos tuve y tengo muy buena relación. Luchábamos juntos para que el atletismo tuviera más seguidores. Nos vemos en muchas competiciones, comemos y cenamos juntos, es agradable volver a verlos.
-En atletismo, los mundiales y los JJOO tienen un nivel deportivo similar. ¿Hay alguna diferencia en cómo se viven? ¿Saben distinto los triunfos?
-Sí, por varios motivos. En los JJOO convives con otros deportistas que ves cada cuatro años y a lo mejor ni eso&hellip hay un ambiente especial, es la fiesta del deporte reunida en 21 días. Además, por ser cada cuatro años el riesgo es mayor, un mal mundial tiene revancha, pero en los JJOO es muy complicado, a lo mejor no hay remedio. En mi caso la revancha de Atlanta pudo ser Atenas, pero tuve una lesión en el tendón de Aquiles. Podía haber ido, pero no estaba para luchar por las medallas, preferí no ir.
-Aún era joven para competir en pruebas de medio fondo y de fondo, pero ya vislumbraba el final. ¿Cómo y cuándo se plantea que el atletismo se acaba?
-Además de lo que acabo de decir de Atenas, se acumularon otras circunstancias. En 2002, mientras preparaba el Europeo, tuve una meningitis y dije: «Se acabó el deporte profesional». Quise seguir trabajando para el atletismo y para el deporte, pero desde otras facetas, dedicar más tiempo a mi mujer y a mis hijas, no me vino grande el cambio, siempre supe que esto llegaría por lesión, enfermedad o ley de vida.
-Hay una persona trascendental en el atletismo español de los últimos decenios, el presidente de la Federación, José María Odriozola. ¿Cómo fue su relación con él? ¿Qué análisis hace de sus muchos años de mandato?
-Mi relación siempre ha sido buena, pero en tantos años ha habido tiempo para todo. Ahora es cordial. Creo que ha generado muchos recursos para su deporte, ama el atletismo y quiere controlar todo. Es cierto que en el último Mundial ha habido malos resultados, pero eso es responsabilidad de los atletas. Ahora hay un debate abierto, creo que hay que mirar todo lo que ha hecho, estamos pasando unos malos años después de unos buenos 90.Es un problema generacional y poco puede hacer un presidente, los triunfos y los fracasos son de los atletas.
Política
-Cuando deja el atletismo, se va de Soria, la cambia por Andalucía y entra en el mundo de la política. Muchos cambios a la vez.
-En 2003, mi mujer trabajaba de maestra en Soria, estaba en comisión de servicios. Se tenía que incorporar en Andújar y yo había dejado el deporte profesional, pensé, llevo 35 viviendo en Soria, los otros 35 nos vamos a tu tierra. En Andújar me ofrecieron la posibilidad de estar como independiente en la lista del PSOE. Creía que en el ámbito del deporte podía hacer muchas cosas y me animé: no tengo ambiciones políticas, fue una etapa de ocho años en la que hice lo que pude. Otros atletas hicieron lo mismo, aunque todos ellos en el PP, pero en esto no hay rivalidad. Ni nos hacía peores amigos ni nada parecido. Todos buscábamos hacer lo mejor posible en la ciudad en la que estábamos.
-No podemos terminar sin hablar de una lacra de la que el atletismo tampoco escapa: el dopaje. ¿Hay riesgo de que se pierda, si no se ha perdido ya, el espíritu de competición sana? ¿Vale todo para ganar?
-Ha existido, existe y existirá. España es el país europeo que hace pasar más controles a sus deportistas. La mala fama viene de los franceses, porque nuestro nivel es superior. No niego que algunos den positivo pero hay una normativa clara, luego cada uno es libre de hacer lo que quiera, pero que acarree con sus consecuencias. No tenemos más positivos que otros, pero nosotros mismos nos damos palos y facilitamos que desde fuera nos den más. En EE UU se ha dado el caso en una de sus mejores baloncestistas y nadie ha dicho nada. Aquí hay mucho control, aunque algunos sigan arriesgándose. La Operación Galgo, si la juez dice esto ahora, ¿qué significa? ¿Qué la Guardia Civil no tiene ni idea de lo que hacía? ¿Que ha sido una trama para ver lo que pasaba?
Palabra del mejor atleta español de la historia.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 28-10-2011