lunes, 5 de mayo de 2003

AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR

Dicen que el papa ha venido pero -a uno no se le casa un hermano todos los días- no he podido seguir su periplo. Me perdí en ligerezas mundanas. Para ponerme al día leo las crónicas y son un relato de lo previsible. Podrían haberse escrito antes. Lisonja y jabón para describir el espectáculo, lipotimias de fans no tan distintos de los de la Spice Girls, obispos y obispillos que, como el concejal hortera de turno presentando un concierto de Operación Triunfo, se vanaglorian del éxito del día. Y bien pensado no es para menos, el líder espiritual de una parte de la población tenía a sus píes y arrodillados al presidente y al jefe de estado de todos. Nuestros representantes políticos talaron la dignidad que sus cargos deberían acarrear. En vez de analizar a la luz de la razón, esculpen sus valores morales con el ojo dirigido al Vaticano. ¿Por qué se prohíbe la  investigación con células madre?, ¿por qué no se permite formalizar el matrimonio a las parejas homosexuales? Eso sí, cuando afecta al interés personal, promueven una guerra pese a lo que diga el papa o San Pedro. ¡Tan preocupados por nuestros pecados y tan poco por nuestras opiniones!