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Foto "El Norte de Castilla" |
Como al año en curso le estaba faltando algo de pimienta, allá
por esos días en que la primavera anda en retirada, alguien quiso ver un
cocodrilo en ese punto donde el Duero coge la fama porque el Pisuerga le regala
el agua. A saber qué fue lo que en aquel lugar flotaba y que arrastró las mentes
de los testigos que juraron y ‘rejuraron’ la certeza de su avistamiento. Pero
no sorprende, las historias de cocodrilos fuera de su entorno son demasiado
recurrentes desde hace casi un siglo. Luego, será por miedo, será por exotismo,
miles de personas lo creyeron, los relatos cuajaron, se propagaron, aparecieron
crónicas similares, se realimentó la creencia, y vuelta a empezar. Y así tuvimos
entre manos una leyenda urbana.