domingo, 7 de febrero de 2016

LAS MATES FALLAN

En nuestro lenguaje coloquial, cuando nos referimos a algo que es así porque es así y no puede ser de otra manera, lo reforzamos con una coletilla: «es matemático, como dos y dos son cuatro». Las matemáticas, aun para los que huyeron de ellas en cuanto pudieron, gozan de prestigio por su rigor, por su exactitud. De hecho, es la propia Academia de la Lengua la que define el término matemático identificándolo con preciso. Es natural que así sea ya que las matemáticas se van componiendo a partir de propuestas que parecen evidentes -los axiomas- que, mediante el razonamiento lógico, han de ser demostrados para convertirse en teoremas, esto es: verdades eternas demostradamente irrefutables. Como afirma en uno de sus monólogos el matemático humorista (¿o sería mejor humorista matemático?) Eduardo Sáenz de Cabezón: «Nos han dicho que un diamante es para siempre pero depende de lo que uno entienda por siempre. Un teorema, eso sí que es para siempre».