![]() |
Valladolid vista desde el Clínico |
En algunos de los pasillos de un hospital, el tiempo parece
detenerse; tanto da si observamos desde una perspectiva realista, elucubramos
con material metafórico o nos ceñimos a constatar la potencia aristotélica de
las escenas.
En la vida -lo que mal llamamos vida y que no es otra cosa
que la suma de rutina y contexto- se abre un paréntesis, una acotación que se
aleja y nos permite tomar distancia del día a día que nos arrastra. Hasta allí,
apenas llegan ecos de lo que ocurre fuera y lo poco que llega suena, aún más, a
teatrillo. Vista desde esa distancia, la pantomima se muestra más claramente
como pantomima. Se cerrará el paréntesis, la rueda volverá a girar como antes,
nada parecerá haber cambiado; pero me da que, una vez se ha visitado el
territorio donde se dirime lo importante, el ruido producido por “el coro de
los grillos que cantan a la luna” me rechinará más si cabe. Y se desdeñará tal
ruido, pero no sin antes apostillar que es ruido.