lunes, 2 de diciembre de 2019

VAMOS A VER, LISTILLO

Foto "El Norte"

Antonio, después de años en la obra, se vio a sus cuarenta y pico en la calle. La crisis del 2008, que se había cebado con los de su gremio, tampoco tuvo piedad con él. Aprovechó aquellos meses en la estacada para saldar cuentas pendientes. Antonio, rockerete en los 80 del siglo pasado, pensó que para ser feliz quería un camión. Así, se dispuso a ponerse al día con aquello que tantas veces, calimocho en ristre, había cantado entonces. El parón en la economía afectó a todos los sectores y no le resultó sencillo encontrar volante al que ponerse. Hasta hace unos meses.
No podía ser más feliz. 11 metros de largo, 4,18 de alto, mano derecha al volante, codo izquierdo apoyado en la ventanilla,  Loquillo y Trogloditas de melodía y una señal: túnel, 4,30 de gálibo. Despreocupación absoluta. El viaje continúa, “…porque a nadie le gusta el nacer para perder, uh, uh”. Otro túnel, este de 4,20.
-Bah, paso de sobra.
Trámite salvado. “Te creerás que soy alguien con un toque especial, ah, ah”. Tercer subterráneo, 4,15.
-Malo habrá de ser que no pase.
Intentó pasar pero el remolque del camión se estampó contra la bóveda del túnel. Mal asunto, para adelante no podía tirar; por atrás estaba bloqueado por una hilera de coches. A grandes males, grandes remedios. Antonio recordó sus viejos tiempos, agarró la maceta y el cortafríos, ató un nudo en cada una de las esquinas del pañuelo, se lo caló, subió sobre el techo de la cabina y, zasca, zasca, zasca, indiferente a los claxonazos que le increpaban, se aprestó a rebajar el túnel. Al poco, uno de los conductores aburrido de la espera se acercó a ver qué impedía el movimiento. Se llevó las manos a la cabeza.
-Pero hombre de Dios, ¡cómo puede ser tan tonto!, si ve que el camión es demasiado alto, quite un poco de aire de las ruedas y ya, cuando haya  pasado, tendrá tiempo en la primera gasolinera que encuentre de devolverlas la presión necesaria. 
Nuestro Antonio, encaramado aún en la cabina, sonrió con cierta altivez y un poso de condescendencia.
-Anda que… el tonto lo será usted. Quitar aire de las ruedas, dice. Pero vamos a ver, listillo, que por abajo sí pasa, por donde no pasa es por arriba.
Así andamos, ¡qué difícil es hacer un camión que pase por todos los sitios!, parece que si los pasan por abajo, chocan por arriba; que si por arriba no hay impedimentos, es por abajo por donde hallan freno. Celta y Pucela, Pucela y Celta, son dos de esos. Aunque los números, sin embargo, parezcan desmentirlo -ha marcado cuatro goles menos que el Pucela- el arsenal del Celta  está repleto de buenos delanteros y de centrocampistas de calidad. Ya quisieran muchos, Real Valladolid incluido, un Denis, un Beltrán, un Santi Mina o la mitad de un Aspas. ¿Que qué falla? Su defensa. Es tan endeble que traslada dudas, menoscaba valentías, frena al equipo temeroso de que cualquier error de medio campo hacia adelante conduzca a la catástrofe. Es, como ven, un Aidoo intentando infructuosamente frenar a un Guardiola que se va.
El Pucela, por el contrario, aun bien pertrechado atrás, parece estar frenado porque adelante encuentra tope. Como los delanteros no dan miedo, los rivales le van comiendo el terreno hasta hacerle colocar la línea defensiva a la altura de Masip. Es, como ven, un Guardiola que, pese a haber dejado atrás a Aidoo, se obceca, se obceca, chupa, no ve a sus compañeros, busca su golito, no le sale, se le agría el gesto y vuelta a empezar. Un círculo vicioso.
Con 2 camiones parados, maceta y cortafríos en mano, un pañuelo anudado en la cabeza, zasca, zasca, zasca, 0-0.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 01-12-2019