Hay expresiones que solo tienen
sentido como convención social y como tal la respuesta se debe limitar a lo
esperado, en caso contrario nos hemos metido en un jardín. Cuando nos
encontramos can alguien medio conocido al que hace tiempo que no vemos le solemos
soltar eso de ¿qué tal? sabiendo que por respuesta oiremos algo equivalente a bien. A su consiguiente misma pregunta nosotros responderemos más o menos de
igual manera. Con una sonrisa y un a ver si nos vemos concluye el protocolo y
continúa el paseo. Pero cuando nuestro interlocutor nos responde que mal, nos
destemplamos. Algo resopla por dentro y nos sentimos obligados a preguntar por
las causas de ese mal estado.