lunes, 22 de septiembre de 2008

PESIMISMO HISTÓRICO VERSUS ORGULLO AÑEJO

El Real Valladolid acata dócilmente lo que de él se espera. Es incapaz de rebelarse contra el destino, algo que nunca puede estar escrito pero que el club pucelano, asume como dogma. De esta forma, la aspiración del equipo no cuestiona una pobre idea -pulular por la mitad de abajo de la clasificación en busca de la permanencia- que se convierte en profecía autocumplida. Ayer salió al campo superado por el escenario, se vio acorralado por un Athletic Club que no juega a nada pero que empuja y no fue capaz de dar réplica alguna.
No se puede reprochar falta de intensidad, nadie puede acusar a ningún jugador de dejación en sus funciones, pero eso no es suficiente. Falta creérselo, vivir con una convicción: queremos ser protagonistas y no meros comparsas en nuestro día a día. El año que el Real Valladolid bajó, acabó la primera vuelta en posiciones cercanas a las que dan acceso a las competiciones europeas. Preguntados miembros de varios estamentos del club sobre si se cambiaba el objetivo, respondieron a coro: no, el objetivo es no bajar. Empezó la cuesta abajo de la que costó años salir.