jueves, 23 de octubre de 2014

LA CAJA REGISTRADORA

La figura del cómplice es la más rica en matices, tanto da si hablamos de la realidad como si lo hacemos de cine o de literatura. No deja de ser un personaje ambivalente ya que el papel que juega pasa por parecer otra cosa distinta de la que es con el fin de distraernos para que no fijemos la vista en el sitio donde su compinche perpetra el crimen que entre ambos habían preparado. Es el  que grita ¡fuego! para que abandonemos nuestra casa facilitando que otro la desvalije o el que roba unos caramelos para atraer la atención del vigilante mientras su secuaz se lleva el contenido de la caja registradora. A veces, me da por pensar que todo esto de la corrupción no  es más que otra película con el mismo argumento, que los tipejos que van apareciendo en estas primeras escenas no son más que los cómplices de un robo de mayor calado: la de nuestras haciendas y nuestras vidas.