Así como me ven, tengo pánico al dolor, solo pensar en tener
que sufrir alguno con cierto grado de intensidad, el cuerpo se me descompone. Admiro,
por lo mismo, a esas miles de personas que, pudiendo haberlo evitado, tomaron
decisiones que les podían suponer algún tipo de tortura. Los admiro por
asumirlo y por haber tenido la suficiente fuerza para entenderse a sí mismos como
capaces de sostener el tormento en silencio. Yo no soy de ese grupo, a la menor
amenaza me derrumbo. Si llegase, no lo permitamos, otra tiranía, no me
encarguen guardar secretos, sería como cerrar un cofre con un alambre
enroscado. Con el dolor por enfermedad no es distinto, a nada que sea, me apoco.
Me da menos miedo pensar en morirme que en soportar un duro trasiego para
abandonar la vida. Ya ven, todo un hombretón en apariencia y a las primeras de
cambio me quedo en nada.