domingo, 22 de enero de 2012

SOLSTICIO DE CAPRICORNIO


No sé si tiene que ver con la cacería que se ha iniciado contra algunos servidores de internet o con mi propia torpeza al enfrentarme a cualquier aparato que tenga botones, en los once años que llevo viviendo en esta misma casa no he cambiado ni una vez el programa de la lavadora, el caso es que he sido incapaz de ver el partido en el ordenador. Como la persistencia tampoco es lo mío, pasados los quince minutos decidí cerrar los ojos y viajar al Pedro Escartín encaramado en las distintas voces de los compañeros que lo narraban a través de la radio. La alfombra mágica se desplazaba plana y sin sobresaltos sobre una llanura extensa en una tarde soleada. Sin ninguna cordillera que modificase el ritmo narrativo, ni una neblina que nos hiciera apretar el botón de alerta. Pero, como si de un Moncayo se tratase, apareció de repente un pico, solo y exento, que modificaba el paisaje. Cuando menos se esperaba, casi sin darnos cuenta, Óscar conseguía hacer diana con el primer dardo. El parte meteorológico indicaba que el día iba a estar despejado y la vista mostraba una ruta cuesta abajo. Ni uno ni otra nos engañaron.