En 1994 el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial cumplían medio siglo. Ambas instituciones
fueron creadas cuando la II Guerra Mundial ya estaba decantada y Estados
Unidos, el gran triunfador de la contienda, pretendía imponer un patrón
económico que se adecuara al nuevo orden que habría de surgir. Inglaterra había
ganado la guerra pero, a la par, perdido definitivamente la hegemonía. Las
órdenes provenían ahora del otro lado del Atlántico.
Para celebrar el acontecimiento
convocaron una Asamblea General y la acomplejada España, que después de no haber
pintado nada en el concierto internacional desde que las guerras eran con
arcabuces quiso erigirse en sede de todo, pagó el convite en Madrid.