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Foto "El Norte de Castilla" |
Mal asunto cuando remitimos al Código Penal la solución de
todos los conflictos provocados por algún, vamos a llamar, exceso verbal en los
que la parte escuchante se sienta
ofendida. Mal asunto porque ni la extensión del Código Penal tendría límite, ni
en las cárceles quedaría sitio. Eso sí, reconozco que es tentador el afán de
que enchironen al que súbita e inopinadamente diga algo que golpee las
creencias más firmes de uno. Pero hasta ahí. De la misma manera que más de una
vez te quedas pensando eso de “si no me valiera más…”, y con ello se cierra el
asunto sin necesidad de reventar la cabeza de nadie.
Visto así, no entiendo que haya que proteger jurídicamente
ningún sentimiento de una posible ofensa. Otra cosa sería que alguien pusiera
algún impedimento para llevar a cabo las prácticas derivadas de ese
sentimiento. Vamos, perdón por la simplificación, que referido a Messi no puede
ser delito ‘cagarse en ese enano de mierda’, y sí romper la tele para que no
veas el partido, impedirte la entrada en el bar en el que ves el fútbol o
amenazarte por si vas al estadio. No entiendo, pues, que el actor Guillermo
Toledo sea juzgado por blasfemar. Mucho, poco, de forma más delicada o más
soez, sus palabras no deberían constituir delito alguno.