Era lunes, y aquí, por apenas pasar, los lunes solo pasa el
lunes. Y el de esta semana ya pasó, y lo hizo sin más pena que la de cualquier
viernes de Cuaresma, con menos gloria que la de un domingo de los corrientes. A
nada de los 500 años de la efeméride comunera, pasa que se suceden unos tras
otros reyes bastardos y regentes falaces. Mientras, languidecemos añorando una
junta, aguardando un capitán, sin haber aprendido que una junta, un capitán,
son solo el reflejo de la voluntad de ser hacia el futuro, una metáfora que
nunca se encarnará si no la levantamos, si no la sostenemos.