Escuché a muchas personas fabular con el imposible 'me gustaría volver a tener 15, 18, 20 años' que comparto, claro. Disfruto tanto la vida que cualquier añadido temporal sería bienvenido. Suelen concluir con una apostilla, 'pero sabiendo lo que sé ahora', que no me convence. Preferiría regresar sin experiencia para improvisar y equivocarme en la reedición tanto como hago cada día en esta primera vuelta. Al fin, lo que aprendí fue por haber llegado al 52. Volver a los 18 sin perder esa sabiduría te convertiría en un viejo resabiado con cuerpo de chaval. Cuándo pregunto la razón, casi nunca escucho que para hacer bien algo que se hizo mal, sino para algo en lo que erramos más: para elegir otra cosa diferente. Esto es, lo difícil no consiste tanto en hacer mejor o peor lo que se hace cuanto en saber qué hacer en momentos determinados.