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Foto "El Norte de Castilla" |
Al paseante parcialmente desconfinado le sorprende la
amabilidad en esta ciudad que, de natural, al primer sorbo, se muestra fría, seca,
distante, desabrida, como si las nieblas perpetuas de antaño hubieran hecho
mella en el carácter de sus habitantes. Por el contrario, el tiempo que lleva
viviendo en ella le ha servido para constatar que bajo esa epidermis se
encuentra el músculo de una ciudad profunda, leal, acogedora a su manera. Por
eso, claro, tiempo ha, decidió establecer aquí su morada. De lo que, por otra
parte, no se arrepiente.
Pues bien, el paseante en fase 0 percibe que la misma ciudad
que ha convertido en arte la pronunciación entonada de la palabra ‘pelele’, la
misma en que una asociación de comerciantes pretendió dulcificar el carácter de
sus asociados mediante el lema ‘ser amable es rentable’, ahora sonríe de gratis. ¡Gracias!, sonrisa, ¡pase
usted!, sonrisa, ¡por favor!, más sonrisa si cabe.