miércoles, 9 de noviembre de 2022

DOBLE RECITAL INOCUO Y MEDROSO

Desde que era niño he escuchado a un buen puñado de gente recitar loas a Alemania y demás nórdicos, suspirar con envidia, anhelar el imposible de que nuestra España se les pudiera parecer. Pues bien, al menos en un detalle, Mundial mediante, les vamos a imitar: la Liga tendrá parón, será de dos vidas, cinco menos que un gato. Concluye la primera, para un pobre como el Pucela toda ella consiste en llegar vivo a la segunda, y a ser posible sin urgencias. Objetivo sobradamente cumplido pese al sabor amargo del último trago. El partido de San Mamés, precisamente por esta ubicación en el calendario, requería un golpe en la mesa, un puñetazo esclarecedor que ahuyentase el estruendo de conformismo que retumba en estas tierras cuando el agua baja del nivel del cuello.Hubo amagos de que sí. Tres. El Pucela salió animoso, insolente. Guardiola acertaba en todo. Pero las tres quedaron en rasguño. Dos, por remates impropios de Weissman. El Athletic necesitó menos, con una le fue bastante. Gol a la primera aunque se certificase a la segunda. Este menda, que aun de pueblo fue portero, conoce la rabia de que un paradón sea el preámbulo de un nuevo y mortal remate.

Y ESTO, ¿CUÁNDO LO ECHAN?




Cuando me topo con la grabación televisiva de una entrevista callejera en la que se plantea algún asunto de actualidad a quien pasaba por allí, ralentizo el paso con el propósito de, sin que se note, husmear sobre la materia tratada y curiosear al respecto de la desenvoltura ante el ojo de la cámara de gente inhabituada a copar tal protagonismo. Al final, cuando la grabación ha concluido, justo cuando la persona en cuestión está a punto de marcharse, como en un acto reflejo, se vuelve y, con una sonrisa entre tímida y coqueta, pregunta:

-          Y esto, ¿cuándo lo echan?

Salir en la tele, para el común de los mortales, no deja de ser un acontecimiento, un hito que se recuerda. A algunos les genera tal fascinación que fuerzan situaciones para que alguna cámara se dirija a ellos. Salir por salir, por decir que se ha salido, como los espontáneos que interrumpen cualquier espectáculo de masas.