jueves, 31 de diciembre de 2015

FILIBUSTERISMO TELEVISIVO

Piratas, con una u otra denominación, han existido en toda época y en todo lugar. En concreto, los que a lo largo del siglo XVII operaban en torno a las costas del Caribe saqueando las ciudades costeras de aquellos territorios entonces españoles se les conocía como filibusteros. Esta palabra tomó vuelo propio y vino posteriormente a definir a los piratas que actuaban en otro tipo de mares: los parlamentos. Un filibustero, según esta segunda acepción, es aquel congresista o senador que se aprovecha de las lagunas reglamentarias para obtener un ilegítimo beneficio. El ejemplo más clásico de este tipo de prácticas, antes de que estuviesen reglamentados los tiempos que correspondían a cada orador, consistía en alargar innecesariamente una intervención hasta que se diese por finalizada una sesión y hubiera que posponer la decisión hasta tiempo después. Para ello, una vez tomada la palabra, servía cualquier cosa: desde contar anécdotas familiares hasta leer un tomo de una enciclopedia. 
Para evitar el filibusterismo se fueron adecuando los reglamentos: se tasaron los tiempos, el presidente podía interrumpir al ponente si el contenido de la exposición no se adecuaba al tema sobre el que se debatía…pero, claro, las normas que pretenden evitar las malas prácticas siempre se aprueban a posteriori, cuando el daño ya está hecho.
Los parlamentos actuales no son ahora más que meros teatros en los que se escenifica lo que ya viene decidido de antemano. La batalla se lleva a cabo con anterioridad, el debate previo, el que consolida en el imaginario colectivo la posición de cada grupo político, se dirime en los medios de comunicación, especialmente en las cadenas de televisión. El filibusterismo, por tanto, ha llegado a las notas de prensa, a los distintos platós. Consiste en decir lo que a cada grupo le interesa decir para que parezca lo que quiere que parezca y creamos lo que quiere que creamos al margen de que lo dicho sea cierto o no. Tras el resultado de las elecciones, formar un gobierno viene a ser como resolver un sudoku. Si nadie lo consigue, tendríamos que celebrar otras elecciones. Todos dicen no desear este escenario, quedarían mal ante el público (perdón, la población), sin embargo tanto PP como, sobre todo, Podemos se frotan las manos esperando que así sea. Dirán lo contrario mientras, eso sí, su barco navega bordeando la costa.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 31-12-2015

jueves, 24 de diciembre de 2015

LA SAQUÉ A PASEO

Esta democracia vestida de azul, con su camisita, con su canesú, se constipó y las urnas le prescribieron un jarabe para tomar con un tenedor. Ahora ya sabe que dos y dos son cuatro, como podrían haber sido seis, ocho o dieciséis. España, mitosis mediante, se ha convertido en madre e hija de sí misma. Las dos grandes células en esta lánguida etapa boqueaban en busca de un oxígeno que empezaba a faltarles por desapego generacional. Ambas se han dividido, pero para dejar todo como estaba. Añadiendo, eso sí, un complejo de Edipo que lleva a las huestes recién incorporadas al enfrentamiento con sus progenitores. Ahora toca contar con los dedos para lograr la suma de 176. Quizá las células viejas decidan unirse para frenar las veleidades de los chicos, quizá el encuentro se produzca entre las que antes se dividieron, quizá el parto de los montes haya sido un ratón y haya que volver a preñar las urnas. Todo quizá, lo único cierto es que la aritmética ha suplantado a los problemas. Ya solo se habla de esas cuentas, los problemas se arreglarán, de nuevo, a la española: dejando que el tiempo pase y que siga vivo lo que no muera.

lunes, 21 de diciembre de 2015

SABIOS APLAUSOS

Todo a nuestro alrededor conspira contra el intento de ser un poco felices. Empezando desde dentro, algo existe en el interior del ser humano que impide que se acomode la realidad con los deseos. Siempre parece que falta un algo que enturbia todo lo demás. Un algo que,como una mancha en la ropa, puede ser poca cosa pero suficiente para decir y que te digan que la camisa (toda) está manchada. Desde fuera ayudan con frenesí a estimular esa sensación de que algo falta. Vivimos en una sociedad cuyo modelo económico necesita la infelicidad para su desarrollo. Un sistema que, en apariencia, alienta la búsqueda de la felicidad, pero que, a la par, la evita. Nos dice dónde está y, cuando llegamos a ese punto, vuelve a hablar para indicar que nos falta alguna cosa, que el objetivo se encuentra un poco más adelante. Se necesita entonces exacerbar el sentimiento de carencia, añadir nuevos estímulos, de lo contrario, el sistema se colapsaría.

jueves, 17 de diciembre de 2015

CUANDO NOS DUELE LA BARRIGA

Las elecciones vienen a ser como la aplicación de la medicina preventiva. Cada cuatro años se realiza una revisión completa, una especie de análisis de sangre, de orina y demás para saber en qué situación se encuentra el cuerpo y, llegado el caso, qué medicina se le prescribe. De estas que se celebrarán el próximo domingo, las dudas que surgen se refieren tan solo a qué tipo de mal se padece y qué solución se aplicará: nadie duda que alguna enfermedad existe. Hasta el partido en el gobierno, que de natural tiende a exponer las virtudes de su logro, no habla de la salud del paciente, sino que reconoce la enfermedad de este cuando se refiere, a secas, a la recuperación que parece apuntar. No digamos para el resto, para los que han pasado años postulándose, la enfermedad era grave y ha empeorado.

lunes, 14 de diciembre de 2015

PARA HONRADA, MI MADRE

Algunas palabras, aparentemente halagadoras, esconden tras de sí un reverso cargado de perversión. En ese querer mostrar los aspectos positivos de alguien reside el intento por esconder las miserias individuales o colectivas. Sucede cuando, para enaltecer, se apela a ese elenco de características que se deberían dar por supuestas en quien ejerce determinada función, como si fuesen las que definiesen las virtudes esenciales requeridas para ello. En épocas electorales, por ejemplo, no es infrecuente encontrar voces que, para resaltar la capacidad de su ‘líder’, se refieren a su honradez o su enorme capacidad de trabajo. Cada vez que oigo algo así, y, ya digo, no son pocas, pienso para mí que, de poder replicar, diría al panegirista que, si ese es su criterio, presento la candidatura de mi madre para la Presidencia del Gobierno. Ella, honrada a carta cabal y con esa desmedida capacidad de trabajo común a casi todas las mujeres que fueron niñas en la posguerra, no desmerece, es más, desborda con holganza a cualquiera de los candidatos potencialmente referidos. Podía ser, sin más, una gracieta, pero el asunto va más allá: reclamar como factor diferenciador lo que debería venir en el lote se convierte en una denuncia a la situación del cuerpo descrito. Decir que tal candidato es honrado, solo tiene sentido cuando se sobrevive en tiempos deshonestos. Estas virtudes, a las que los teóricos llaman prepolíticas, deben ser el suelo sobre el que se sustenta el edificio, pero nunca el edificio mismo.

jueves, 10 de diciembre de 2015

ES SOLO PERSPECTIVA

Confiamos demasiado en nuestra vista. Tanto, que otorgamos la categoría de cierto a todo lo que vemos. Olvidamos la sentencia que ya dejara escrita Marco Aurelio, el último del quinteto de los buenos emperadores romanos, hace casi dos mil años: “Todo lo que vemos es una perspectiva, no es la verdad”. Y lo que no es la verdad, puede, perfectamente, ser una gran mentira. Mentir, por tanto, ya no es (solo) contar algo distinto a lo que ocurre, sino mostrar únicamente el lado que interesa, bien al medio, bien a los participantes, ocultando todos los demás. Viene esta reflexión al caso tras haberse sucedido - transmitidos por la televisión- una serie de debates entre aspirantes a la presidencia del gobierno. Debates que son mentira, por mostrar una perspectiva desde la que se ve con distorsión, desde la presentación: en el modelo español no se elige directamente a quién vaya a ocupar tal cargo y bien pudiera ser que esta responsabilidad recayese en manos de alguien que ahora ni se sospecha.

domingo, 6 de diciembre de 2015

PUCELA Z

Todos los capítulos eran aproximadamente iguales o al menos así los recuerdo, pero puede que la memoria me falle, bien porque han pasado cerca de cuarenta años o porque la percepción de un crío de apenas nueve años tiene más que ver con lo que disfruta que con lo que en realidad ocurre. El caso es que en el año en que se iba a aprobar la constitución, los niños de aquel entonces esperábamos con ansia la llegada de la sobremesa del sábado. Ese día comíamos con ansia para después tomar como postre una nueva aventura de Mazinger Z. El enorme robot diseñado por el anciano Juzo Kabuto y pilotado por su nieto Koji luchaba a brazo partido frente a la fuerzas del mal impulsadas por el perverso doctor Hell. Es imposible , como sabemos, derrotar definitivamente al mal, porque este, con la misma fuerza que muere, resurge para acompañarnos eternamente. La victoria de Mazinger era un imposible metafísico. Todo lo más, podría obtener un triunfo temporal, una alegría cuyo efecto habría de ser de muy corto alcance: al día después tendría que volver a empezar. La batalla de los Kabuto parecía, vistas así las cosas, una quimera: nunca podrían vencer. Una quimera, sin embargo necesaria.

jueves, 3 de diciembre de 2015

ASÍ NO SALEN LAS CUENTAS


El ser humano es tan arrogante, tan pegado a su visión de que es el centro de todo lo que da vueltas, que ha sido incapaz de valorar el espacio en el que vive, ese planetita al que llamamos Tierra, infligiéndole el mayor de los desprecios: pensando que estaba ahí como fuente inagotable, dispuesto a ofrecernos de todo sin más límite que los que imponía nuestra capacidad de extracción, sin riesgo de sufrir modificaciones en su devenir por más que alterásemos las condiciones. Tan arrogante es el ser humano que le costó reconocer, que se lo digan a Galileo, que este satélite del Sol que nos da cobijo no era un casoplón en medio de la plaza, sino un modesto piso en las afueras. Aun así, una vez asumida parte de nuestra pequeñez, pasamos de un teocentrismo según el cual Dios era el centro de todo y nosotros su obra magna, a colocar al hombre como medida de todas las cosas. Ahora hemos vuelto a depositar las esperanzas en otra religión: la que otorga a la ciencia el papel de dios redentor que vendrá a salvarnos de los malos augurios que difunden las profecías catastrofistas. A pesar que de esas profecías, valga la paradoja, se sustentan en la misma ciencia en la que confiamos. O sea, que no creemos lo que la ciencia demuestra y sí en que todo lo resolverá.