Al final no sé si
las procesiones de Semana Santa son un hecho cultural con reminiscencias
religiosas o una serie de actos religiosos que se manifiestan a través de la
cultura. Supongo que serán las dos cosas a la vez y, según para quién, tendrá
más preponderancia un aspecto o el otro. Lo cierto es que, como en todo espacio
en el que las personas se relacionan, se producen situaciones humanas
perfectamente extrapolables a cualquier otra faceta de la vida. Año tras año,
cuando llega esta semana móvil, recuerdo una escena que se produjo hace casi
veinte años en León en medio de la procesión del Viernes Santo. La escena
consiguió sustituir el silencio propio del momento por las carcajadas de todos
los que por allí andábamos.