lunes, 12 de diciembre de 2011

PUCELA Y PUCELITA

A Nancy no se le quitaba la cara de asombro. Había llegado a Sevilla con la intención de recoger la información pertinente para realizar su tesis sobre el folclore hispano. Allí, en cada paseo, se topaba con un suceso imcomprensible para ella, con otro motivo para la sorpresa. Cuando no era una reacción imprevista de un lugareño por lo que ella decía, era su incapacidad de comprender lo que le contaban. El caso es que su castellano académico chocaba como mosca contra el cristal con el que se hablaba en la calle. Supimos todo eso tras leer las diez cartas que envió a su prima Betsy, de Pennsylvania y que recopiló Ramón J. Sénder.


En una de ellas podemos leer que Mrs. Adams, una de sus profesoras en los años de Bachillerato y ahora jubilada, también se encuentra en Sevilla y sufre el mismo problema con el lenguaje. Ella, una mujer muy religiosa, visita una excavación arqueológica en la que, entre otras muchas cosas, se podía ver una estatua de Hércules en miniatura. Al terminar se dirije ufana al guía para contarle lo maravillosa que ha sido la excursión y remata diciendo que, sin duda, el momento de mayor disfrute se produjo cuando le enseñaron «Herculito». Huelga decir que provocó la carcajada de sus acompañantes.