No son pocas las tardes de julio en las que nos
sentamos en el sofá esperando ver una etapa épica del Tour de Francia.
Una de esas cuyo perfil impresiona y en la que diversos corredores
pueden asaltar la gloria máxima en su deporte. Los ciclistas con
posibilidades repiten con insistencia que atacarán en cuanto vean la más
remota posibilidad.
En casi todas ellas las expectativas sepultan a lo
que después acontece. Al final, el que iba segundo prefirió no lanzar el
ataque porque desconfiaba de sus fuerzas y temía perder su valiosa
posición, el tercero no quiso poner en peligro su plaza en el podium, el
cuarto defendía su mejor clasificación en la historia y así
sucesivamente.