viernes, 28 de marzo de 2014

SEGURO QUE SÍ

Supongo que las cosas habrán cambiado desde entonces, pero cuando uno vuelve la vista hacia atrás y la fija en aquella época en que la semana no era más que una larga espera que encontraba sentido a partir de los viernes, rememora un tiempo envuelto en una doble capa de optimismo y perseverancia. O sea, una concatenación de intentos fallidos que culminaban en la vana esperanza de que la semana siguiente sería distinto. Llegada la hora salíamos en tropel a la fiesta de cualquier pueblo o, en su defecto, a la Peñaranda capital de aquella comarca en la que conviven tres provincias. Ahora llegaban los de tal pueblo, ahora los del otro hasta abarrotar el aforo de las calles. Los chicos de entonces, copa en mano, aires de yo pasaba por aquí, nos acercábamos a las chicas con las que íbamos coincidiendo en cada garito.