“Si hay hombres
que contienen un alma sin fronteras,
una esparcida frente de mundiales cabellos,
cubierta de horizontes, barcos y cordilleras,
con arena y con nieve, tú eres uno de aquellos”.
Al soldado internacional caído en España
Miguel Hernández
La primera foto fue tomada en la primera mitad de la
década de los setenta. Un chaval que no ha cumplido los
veinte años se incorpora a la Joven Guardia Roja, la rama juvenil del
Partido Comunista de España (Internacional) que poco después cambiaría su nombre
por el de Partido del Trabajo. En su cara se refleja el entusiasmo, podemos ver
como levanta la vista convencido de encontrar más adelante una tierra en que
pone libertad. La segunda tiene apenas mes y medio, está tomada de noche. El
protagonista es aquel mismo chaval y aparece hablando con idéntico entusiasmo.
En sus ojos se refleja una emoción que se transmite por todo su cuerpo y a su
vez la transmite al pequeño grupo de gente que le rodea. Acababa de conocerse
el resultado de las elecciones legislativas en Grecia y de saberse que la
coalición de izquierdas había conseguido mayoría suficiente para formar
gobierno. Pero aunque el brillo en los ojos de Miguel Ángel Blanco sea idéntico
en ambas fotografías, aunque el entusiasmo permaneciese, a pesar de seguir
siendo capaz de emocionar y de emocionarse, las fuerzas ya no eran las mismas. A
pesar de ello, seguiría cavando hasta el último aliento, sin cejar en su
decisión primera, como en el protagonista de aquella antigua fábula china que
reseñara Mao titulada “El viejo tonto que removió las montañas”. Miguel Ángel,
aquel chaval, sabía de sobra que había removido mucha tierra, que desearía
remover toda, pero que no el tiempo se le agotaba. No era excusa, él siguió
hasta el último instante porque un revolucionario no tiene miedo a nada ni a
nadie.
Los ochenta fueron los años del activismo social, de
aspiraciones de cambio que luego resultarían frustradas, de creación de
colectivos que miraran el mundo de forma global, que denunciaran lo injusto del
sistema económico apuntando a sus causas y tratando, en la medida de lo
posible, de paliar algunas de sus consecuencias, fueron los años de las luchas
antimilitaristas del “OTAN no, bases fuera” que supuso el punto de partida de
Izquierda Unida. Pues Miguel Ángel, por una parte, milita en esta organización
política, es el responsable del área de Paz y Solidaridad, forma parte del
Consejo Político Federal. Por la otra, participa en la creación del ARSA (Asamblea antimilitarista SA) o de la Asamblea Pacifista desde la que organizan los proyectos de solidaridad " 1.000.000 de Lápices para
Nicaragua" y la campaña "Barco por la Paz para Nicaragua". Una
campaña que no elige Nicaragua por que sí: el país centroamericano, su revolución
sandinista, la última de las revoluciones, estaba en el punto de mira del poder
imperial que no podía permitirse que a cuatro pasos de sus puertas, en lo que
siempre había considerado su patio trasero, brotase el germen de una nueva
sociedad. En ese contexto, con los primeros acuerdos de paz
suscritos por los cancilleres centroamericanos en Esquipulas sobre la mesa, el
“Barco por la Paz” fue un símbolo del apoyo político a las gestiones
pacificadoras del gobierno nicaragüense que zarpó con la vocación de defender
el derecho a la Paz y el Desarrollo de los pueblos del
(entonces llamado) Tercer Mundo. En
las bodegas, el barco transportó los materiales necesarios para la
supervivencia de los más elementales planes de asistencia sanitaria, educativa…
Porque la paz, sin desarrollo, es una cáscara hueca. Porque el desarrollo es
imprescindible para que los planes de paz tengan viabilidad.
Los años noventa son
los del desencanto social, los del adormecimiento, los de la desmemoria con respecto
al pasado y la ceguera ante lo que ocurría un poco más allá de nuestras
narices. Pero también son los años de las acampadas del 0,7, del despertar de
una parte de la sociedad, de las huelgas generales en las que Miguel Ángel
participó activamente enarbolando la bandera del sindicalismo de clase, una
bandera irrenunciable que defendió desde CCOO hasta el último día. Fueron
también los años de la primera Guerra del Golfo y de la respuesta en forma de
movilizaciones sociales. Miguel Ángel y la Asamblea Pacifista estuvieron entre
los impulsores de los movimientos de repulsa y de ahí surge el fuego que le
permite imaginar, proponer e impulsar lo que fue su gran legado, la Asamblea de
Cooperación por la Paz. Una organización que es social y es política si es que
ambas cosas pueden separarse. Un proyecto que mira al mundo de forma global y
extiende su actividad por Oriente Medio, Centroamérica, Caribe, Colombia, por
el Magreb y África Occidental, con el mismo anhelo que el joven Miguel Ángel de
la primera fotografía: la defensa de un mundo más justo y más igualitario y con
el mismo brillo en los ojos del Miguel Ángel ya enfermo de la segunda: el del
viejo tonto que remueve montañas. Una organización que carecería de sentido si
en su labor no se hubiera encontrado con otras gentes, de aquellos lugares en
los que trabaja, que luchan en pos del mismo sueño emancipatorio a través de
organizaciones sociales hermanas.
Una organización que
hubiera sido irrealizable sin su presencia constante, un proyecto ahora
huérfano que se ve obligado a imaginar cómo será la vida sin su fundador y su
espíritu, sin Miguel Ángel. Pero se la imaginará porque Asamblea de Cooperación
por la Paz ya es mayor de edad y tiene preparación suficiente para emprender
ese camino, para continuar por ese camino de ‘los principios’ tan bien trazado.
Al fin y al cabo, el propio Miguel Ángel inculcó el mismo espíritu del viejo
tonto de la fábula: “…después que yo muera, seguirán mis hijos; cuando ellos mueran,
quedarán mis nietos, y luego sus hijos y los hijos de sus hijos, y así
indefinidamente”. Asamblea de Cooperación por la Paz cuenta con una ventaja: la
fuerza del recuerdo, el recuerdo de la fuerza, de “aquella voz tendida que Miguel
Ángel hizo corazón”*.
*Adaptación de un verso de Adolfo Burriel del poema “Es el tiempo" escrito para Miguel Ángel Blanco.
Reseña para el boletín de ACPP: http://acpp.com/newsletter/febrero2015/
Reseña para "El País":
http://politica.elpais.com/politica/2015/03/27/actualidad/1427412056_166562.html
Reseña para "El País":
http://politica.elpais.com/politica/2015/03/27/actualidad/1427412056_166562.html