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Imagen tomada de frasesparalahistoria.com |
Sabemos que cuando llega abril, aguas mil y todas caben en
un barril. Mejor dicho, sabemos que antes la lluvia se hacía presente casi cada
día de abril; pero pasaba la tarde y un triste pintear apenas daba para mojar
la calle.
Sabemos que cuando por marzo mayea, por mayo marcea. Mejor
dicho, sabemos que antes era así, que los años en que la primavera nacía
prematura, el invierno se guardaba un recibo pendiente.
Así, cientos, miles de refranes, nos avisaban de cómo indefectiblemente
se comportaba el tiempo o de la previsible consecuencia de una leve
modificación en el patrón general. Estos
aforismos conformaban una suerte de conocimiento popular que cada generación
heredaba de la que le precedía y, en paralelo, enriquecía para dejárselo a la por
venir. La razón de ese trasiego del saber acumulado era por su obvia utilidad.
Mal que bien, nos servía.