Puede parecer una cuestión menor, y no deja de serlo, pero la decisión
tomada por varios ayuntamientos, entre ellos el de Valladolid, que atribuye a
los vecinos la potestad de decidir cómo se reparte una porción del pastel
presupuestario encierra potencial suficiente para desarrollar un ensayo de
ciencia política. No me refiero al análisis metodológico del ‘cómo’, que
también podría ser, sino a la trascendencia social del hecho en sí mismo. Desde
luego el asunto abre diversas sendas para emprender el camino de la reflexión.