lunes, 10 de febrero de 2014

EMPATE ÉPI

Caminaba absorta Mafalda, como siempre con la cabeza centrada en sus cosas, con esa cara que no te permite saber si no se entera de nada o se entera demasiado de todo. Caminaba sola por la acera hasta que una inconclusa pintada en una tapia le hizo levantar la mirada, expandir la mente y abrir la boca. La pared hablaba poco pero informaba mucho, más incluso por lo que callaba que por lo que decía. Sobre el blanco de la cal solo una docena de letras precedidas por un signo de exclamación -¡Basta de censu- eran suficientes para imaginar que no mucho rato antes, el servicio de limpiezas no había tenido tiempo para reblanquear la pared , un grupo de personas pertrechadas con un cubo y dos o tres brochas querían denunciar el poder dictatorial que silenciaba cualquier voz distinta de la versión oficial. Mientras uno de ellos pintaba, el resto de la camarilla vigilaba por las calles adyacentes para, en caso de ser necesario, alertar al resto y salir en estampida.