miércoles, 14 de junio de 2017

SOBRAN TERMITAS, FALTAN PLANOS

Las sociedades, a pesar de ser cuerpos abstractos, también envejecen. Ocurre porque, aunque se vayan renovando los componentes -unos mueren, otros se incorporan- las estructuras que las sustentan permanecen y se ven afectadas por ese mal del tiempo que enunciara a principios del siglo XX Robert Michels y que es conocido como ‘la ley de hierro de la oligarquía’. El sociólogo alemán venía a decir que los partidos políticos -se puede generalizar a cualquier estructura de poder- sufren un proceso por el cual terminan inexorablemente en manos de una minoría que es la que decide. Un camino que siempre se inicia con un proceso de burocratización. Las estructuras recaen en manos de unos pocos ‘expertos’ que se adueñan  de la organización al convertirse en imprescindibles. Estos transforman lo que es un simple instrumento –la organización política- en su propia fuente de poder. Así lo moldean a su antojo hasta convertir su mantenimiento en el fin último de su labor. Entre esos pocos siempre es necesario un líder que aglutine y que se identifique, al menos inicialmente, con lo que la organización dice representar. Ese líder conserva la estructura y la estructura sustenta al líder.