![]() |
Foto El Norte |
Cuando se hubo quedado solo, se encogió de hombros como queriendo darse a entender que no comprendía nada de lo ocurrido. Su amigo, su amigo del alma, por una nadería, le acababa de mandar a tomar por aquel orificio en donde dicen que amargan los pepinos. Tras el gesto de incredulidad, caminó dolido hacia su casa dando una y mil vueltas a la escena que le reconcomía.
-No era para tanto, no era para tanto...