Los animales, para preservar su vida y la de sus
congéneres, responden ante los devenires de su día a día con unas pautas de
comportamiento heredadas de sus ancestros a las que conocemos como instintos.
En el ser humano el desarrollo de la razón fue arrinconando dicho manantial.
Sin embargo, en determinadas respuestas sociales, sobre todo cuando el miedo
acecha, da la sensación de que algo queda de ese primigenio generador de estímulos
ya que el hombre busca respuestas contundentes y alejadas de cualquier
racionalidad ante problemas sibilinos. El primer paso siempre consiste en
presentar una enmienda a la totalidad porque entiende que la sociedad que antes
no cuestionó ya no le sirve de abrigo. Es una enmienda vacía, que no percibe
matices en ese todo que cuestiona y no aporta
más alternativa que un conjunto de generalidades vanas.