Dicen de los economistas que su labor consiste en aportar argumentos tan rigurosos como precisos para justificar por qué erraron en sus predicciones. Comentar un partido de fútbol no arrastra ese pecado original, somos jugadores de ventaja: el error o acierto previo nos es ajeno, el tamiz de la realidad pondera hasta lo imperceptible, su sentencia nos exculpa, cuestiona la previsión de otra persona. A cojón visto, que decimos en el pueblo, resulta sencillo decir que Pacheta se equivocó manteniendo el 'dibujo' que tan buen resultado ofreció en los dos encuentros anteriores, pero el propio partido nos lo ha explicado así. Esa estructura sustentada en una defensa de tres centrales, tres centrocampistas por delante y dos jugadores de vanguardia –un total de ocho por dentro, optando así por vaciar la zona exterior– tuvo sentido ante equipos que aspiraban a dominarte desde la posesión –minas el teatro de operaciones– y que presentaban una alineación con dos delanteros –interpones tres centrales–. No sabemos si la decisión provino de un análisis global o se pretendía arropar a Rosa, neófito en estas lides, pero funcionó. Y cuesta tocar lo que funciona.
Pero Osasuna es otro concepto. Su juego en avalancha dirige las primeras oleadas a esas zonas que el Pucela había descubierto. Y no se limitaban a centrar, desde allí, libres, sus jugadores enviaban invectivas con destino al centro del área donde las rubricaban los rojillos que fieramente acudían en la segunda oleada. Una y otra vez. Si ante la Real Sociedad percibimos buen orden defensivo, ante Osasuna contemplamos una caótica acumulación. Mucho centrocampista iracundo aculado tratando de achicar agua del área. El penalti que propició el primer gol señala a un Mesa que estaba donde no suele, acude impetuosamente a donde no se debe y patea innecesariamente a quien no tiene. También, mucho central, sin saber con quién bailar, viéndolas venir. Primero se desajustaron, posteriormente perdieron la contundencia. O viceversa. El segundo gol se puede editar como un almanaque de desaciertos. Apunte necesario: ante errores de este cariz, pérdida de balón de Feddal por desatención, despeje entorpecido a El Yamiq por olvidarse del catón (para el remate y el despeje más de un toque penaliza), no hay dibujo ni planteamiento que se mantenga en pie. Apunte segundo: un matiz mínimo, un tecnicismo del protocolo, separa la legalidad de la nulidad de este gol. Mal que nos pese, acertó el balear Cuadra Fernández.
Más allá del esquema, cuesta entender la actitud pucelana de salida. En apenas veinte minutos el Osasuna desnudó al Valladolid, se regodeó en sus carencias, vio sangre y acudió como tiburón a la llamada. En la primera mitad no cayeron más simplemente porque no cayeron. La segunda ni siquiera llegó a intento, a un querer y no poder, fue un ataque de mentira, por posición, sin convicción, esperando que pasara el tiempo. Ahora esperaremos nosotros a ver.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 31-10-2022
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