domingo, 23 de octubre de 2022

CURAR AL ENFERMO, ENFERMAR AL SANO

Los seres humanos nos manejamos en el día a día con ciertas dosis de solvencia, la fuerza de la costumbre nos enseñó a desenvolvemos en la rutina con desparpajo, a referir al vecindario un hálito de dignidad. Apenas aparecen asuntos de los que pueden alterar nuestro comportamiento. Es más, llegado el caso, nuestro instinto de supervivencia detiene algunas respuestas airadas, encamina por dentro el paso de la procesión. No conviene contradecir al jefe, discutir con un policía –yo esto lo aprendí tarde-, ni soltar a tu vecino lo primero que se te ocurra. El fútbol, quizá también por eso ha adquirido tal fuerza como fenómeno social, no deja de ser un espacio en el que nos permitimos liberar las emociones, en el que mostramos nuestras humanas debilidades. Y no, no me refiero a los descerebrados que utilizan el fútbol como vehículo para conducir sus miserias sino al común del aficionado que en la grada o delante de la tele saltan, gritan, cantan y sufren. Durante la semana albergan ilusiones, depositan esperanzas, intercambian expectativas, pero en el fondo de todos se alberga un ser temeroso, victimista, llorón, que encuentra conspiraciones contra los suyos o asume que alguna fatalidad les impedirá alcanzar lo que merecen. Por eso último, sucede que varias aficiones dispensen a su club la condición de 'equipo aspirina', aquel que ejerce como bálsamo para cualquier rival que viene aquejado de rachas negativas. La del Pucela, por supuesto, también reclama tal apelativo. Quizá, por repetición, sea la que con más merecimiento. No hace tanto de lo de Cádiz. Pero no se conforma con las negativas: el Pucela sublima el talento de 'romperrachas'. Así, se enfrenta a un rival cuya última hoja de servicios se muestra impoluta, ocho victorias consecutivas llevaba la Real Sociedad, desarrolla su mejor versión, pone el punto y final a la triunfal ejecutoria y manda al hospital al que llegaba rebosante de salud. Sorprende hasta a los suyos. Bueno, especialmente a los suyos que, por usar las palabras del guipuzcoano Gabriel Celaya, consigue el triunfo «Cuando ya nada se espera personalmente exaltante».
La alegría se multiplica por dos debido a lo inesperado; por tres, al encadenarse a la reciente. Seis puntos en cuatro días que alivian y permiten observar el panorama desde otra perspectiva menos peligrosa. Del partido anterior, imagino que referido al gol de Mesa a consecuencia de un rechace, conservaba una nota «cuántas veces ocurre que algo acabe bien o mal por el mero azar». Temí lo peor –temeroso, victimista, llorón– un momento antes de que Monchu anotara el gol que no traspasó el cedazo del VAR. En ese instante imaginé que si, como luego ocurrió, llegaba el gol propio, tocaría revisar, se descubriría la falta peligrosa que intuí y, ¡ay!, se terminaría encajando gol ajeno. La buena acción podría convertir la alegría en drama. Ahora, si el ataque acababa en nada, todo podría continuar como si tal cosa. Muchos – somos temerosos, victimistas, llorones–, alguno me sé, entendieron que ese tipo de situaciones arbitrales solo se producían para perjudicar al Real Valladolid. Media hora después se repetía la circunstancia pero con los papeles cambiados. Pronto, antes de que el árbitro se encaminara a revisar, entendimos que se libraría el Real Valladolid. Pesaba demasiado el cargo de conciencia como para atreverse a tomar una decisión diferente. La verdad es que a Figueroa Vázquez, por su error inicial o por falta de pericia, se le vio sobrepasado y un árbitro así es un tiro al aire, un peligro para todos. En una tercera ocasión hubo de ser salvado, y el Pucela se salvó, por el VAR que anuló un gol realista por fuera de juego.

Imagino a Pacheta hinchado en el buen sentido. Es para estarlo. No solo por los dos triunfos sino por su evidente participación en el desarrollo de los partidos. Su propuesta inicial y sus sustituciones han sido todas atinadas. Cuando se sabía que tocaba aguantar atrás y correr con espacios hacia adelante, incorporó a Aguado para consolidar el centro del campo y a Plata con la idea de aportar velocidad y desborde en ataque. Además, Pacheta ha conseguido que sean muchos más de once los jugadores enganchados. Gran triunfo. Gran base. Gran mérito.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 23-11-2022

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