De concebir: Sergio concibió una idea de juego que se
sustenta en la quietud, en que en el rectángulo ocurra cuanto menos, mejor. Si
de ese poco, algo nos beneficia, miel sobre hojuelas.
De prescribir: prescribe. Es su responsabilidad. Son sus decisiones. Ha sido eficaz si medimos en términos resultadistas.
De prohibir: prohíbe aventuras estériles en el terreno de
juego. Ahí, todos juntitos, más pendientes de evitar que de proponer; le sacan
de quicio los riesgos si el equipo no está bien pertrechado.
De cohibir: cohibió, al menos eso parece, el impulso
creativo de algunos jugadores. Justo a esos que más nos entran por el ojo, más
les ha costado conseguir minutos. Sí, también hablo de Toni.
De percibir: los jugadores perciben un puntual salario. No
es poco. Mil días atrás, la solvencia, incluso el futuro del club, no estaba
garantizada.
De recibir: todos, jugadores, técnicos, directivos, reciben
toda suerte de críticas. Los aficionados, los periodistas, somos así, de lengua
fácil. Es ley de vida. Eso sí, entre col y col, algún halago cae.
De sucumbir: Sergio sucumbirá a la fuerza de los resultados.
Algún día cederá el puesto, pero no será por su voluntad, ni por el dictamen
del griterío en las redes sociales.
De escribir: escribo partido tras partido. Por momentos, me
cuesta saber, de iguales que son, dónde acabó uno y comenzó el siguiente.
Ya ven, todos los verbos acabados en ‘bir’ se escriben con
‘b’. Pero no faltan las excepciones.
Servir: el juego del Pucela sirve para ir arrancando
puntitos de uno en uno. Rara vez tres. De momento ha sido suficiente para
conseguir, más allá de aquel ascenso, un par de permanencias.
Vivir: todos hemos vivido este año un poco menos. El estadio
(casi) vacío fue un clásico hasta esos mil días atrás. La ilusión volvió a
llenarlo. Ahora, el vacío total y el silencio de la grada son la imagen y el
sonido más potente de estos tiempos extraños en los que toca sobrevivir.
Hervir: Hervías. El descubrimiento de la temporada. Hasta el
dorsal delata el imprevisto. El 11 es número de extremo izquierdo. Pablo Hervías nunca
terminó de consolidarse por más que nos regalara chispazos centelleantes. Y
ahora, que parece que lo consigue, lo hace ocupando el puesto antagónico. ¿Quién
lo iba a decir cuando al inicio de la temporada llegaron a coincidir en
plantilla 3 especialistas del lateral derecho?
Pablo Hervías, del verbo hervir, ha aprendido que ha de
llegar a la línea de fondo contraria donde puede que no saque más que un
billete de vuelta hacia la línea defensiva. Toca levantarse y correr.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 31-12-2020
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