Pereira no cuenta, ni relata, ni dice.
Pereira Sostiene. Un verbo que requiere firmeza. Cuando Pereira se enfrenta al
juez, no se limita a expresar su visión de unos hechos ocurridos sino a
defender una forma de actuar basada en unos principios que nunca antes había
defendido porque nunca antes se encontró en esa tesitura. Para su defensa,
Pereira necesita tiempo, no es posible sostener sin asentar los hechos en unos
pilares firmes construidos con sensaciones, reflexiones y sentimientos. En el
fútbol, al igual que en la economía, es fácil encontrar analistas que juzgan a
posteriori, que hablan a cojón visto y decían saber que era macho, pero no hay
tanta gente que sostenga. Djukic es uno de ellos. Sus principios parten del
balón y quiere tenerlo. Viendo el desarrollo en el campo comprendemos que
necesita tiempo para que el relato quede redondo. Falta ajustar las distancias
entre las líneas, encontrar el modo de que Óscar adquiera mayor protagonismo en
el juego; falta, sobre todo, vencer los instintos primarios que llevan a los
defensas a alejar la pelota con premura en vez de guardarla con mimo y
entregarla a quienes tienen capacidad para hacer daño con ella y a estos les
falta ese punto de paciencia que permite buscar la mejor solución en vez de la
primera. Faltan muchas cosas pero Djukic sostiene el estilo y, a la vez, es
capaz de modificar algunos detalles para sorprender al rival: si en la primera
parte la presión del Córdoba cercenó la salida del juego, en la segunda se
introduce un tercer central, se libera a los laterales y de las botas de Tekio
parte el centro que permite romper el partido. Poco antes, Peña, el otro
lateral, había recibido un balón en fuera de juego.
Un cambio laboral, de la crónica negra a la sección cultural, y el encuentro con un colaborador, Monteiro Rossi, marcaron el cambio de un hombre anodino que se conducía por la vida sin más pretensión que ver cómo transcurrían los días se convierte en alguien capaz de enfrentarse al poder establecido, en alguien que sostiene y que se sostiene en principios. De la misma forma que Tabucchi, el autor del libro, es el más portugués de los escritores italianos, Djukic puede ser el más español de los entrenadores serbios. Quizá estemos en el momento en que el Valladolid se encuentre en medio de esa mutación, quizá, solo quizá, el Valladolid vaya dejando atrás ese espíritu anodino y pueda pasar de la crónica negra a la sección de cultura. Así lo hizo la selección española y le fue bien.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 4-09-2011
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