domingo, 12 de enero de 2025

CONTANDO GOLONDRINAS

El humano con demasiada frecuencia se muestra demasiado propenso al embeleso. Tanto como a la desilusión. Transforma cualquier acontecer en indicio, en augurio de lo venidero, como si la ventura o la fatalidad establecieran relaciones que a la fuerza encadenarán los sucesos por acontecer. Desde bien antiguo, por tanto, ya hubo voces que alertaron del riesgo a dejarse arrastrar por el desmedido entusiasmo provocado por una minucia. En su 'Ética a Nicómaco', Aristóteles escribió: «Porque una golondrina no hace verano, así tampoco hace feliz a un hombre un solo día». En tono grave, porque de forma más ligera, Cratino y Aristófanes, en clave de comedia, habían hecho referencia al fútil sentido de interpretar el vuelo de una golondrina solitaria.