Antes de que, por medio de la erosión, el inglés fuera adaptando nuestros cerebros a su sonoridad, la 'w' se pronunciaba con el contundente retumbe de la oclusiva bilabial 'b': Benceslao Fernández Flórez , pronunciaba casi silabeando, casi medio siglo atrás, el maestro en la escuela de mi pueblo;el mismo que pronunciaba 'baterpolo' para referirse a esa especie de balonmano jugado en la piscina y denominaba 'bélter' a la categoría pugilística que engloba a los boxeadores que rondan los 65 kilos. Ahora, tras la pertinaz impregnación del idioma del imperio en nuestro lenguaje, la simple visión de la 'w' impele a nuestro aparato fonador a articular el sonido 'gu' de forma que no resulta extraño escuchar 'Guamba' a cualquier mozalbete, cuando se topa con el nombre del pueblo en el que se enclava el osario de la iglesia de Santa María. 'Guamba', con ganas te quedas de proseguir con un 'buluba balam bambú'.