Hasta hace cuatro días observábamos Alemania desde abajo. Ya no solo en términos económicos, circunstancia que, pese a algunos datos coyunturales, se mantiene; también en el social, el cultural, el político… Extendíamos a cualquier vertiente aquel laudo referido al fútbol -perdónenme, en esta sección no toca- del jugador inglés Gary Lineker: “el fútbol es un deporte en el que juegan once contra once y siempre gana Alemania”. Ahora, hasta allí, país impulsor, motor, corazón, esencia de la Unión, han vuelto al cuero para confeccionar los collares de los perros: las longanizas no alcanzan.