La vallisoletana Lola Herrera, junto con Imanol Arias, recoge esta noche el Premio La Casa del Actor 2011, con el que ha sido reconocida por su «dedicación profesional y personal». Días antes, desgranó sus vivencias y reflexiones en esta entrevista realizada para El Norte de Castilla y el programa 'Mejor póngame un café' que emite radiocastillayleon.com.
-Una herrera coge el hierro frío y le da forma con el calor. ¿Ser actriz hace honor a su apellido?
-El hierro no tiene por qué ser muy frío, la calidez también está en él. Los textos tienen alma pero sí, hay una serie de elementos que tiene el material y que luego se le forja a través de la interpretación.
-Cuando uno lee, pone rostro a los personajes, usted ha conseguido que cuando leamos un libro los personajes tengan su cara.
-Un día me dijo Delibes que oía la voz de Carmen Sotillo y que desapareció porque ahora me veía a mí. Sentí eso como un milagro.
-Yo lo admiraba, luego tuve la gran suerte de trabajar sobre su obra. Todo eso que me regaló modificó mi vida, la profesional y la personal. Las 'Cinco horas…' fue mi pasaporte de calidad, de prestigio.
-Cuando se hace una versión teatral o cinematográfica de alguna obra es muy difícil que el autor se reconozca en ella. En este caso admiraba la representación por cómo captaba la esencia.
-Delibes no gastaba palabras para halagar a alguien. Tengo esa satisfacción, me conmueve lo que dijo de mí y del conjunto tras la representación.
-Vayamos al comienzo, una hija de la posguerra necesita imaginación para poder seguir viviendo.
-Sí y si esa dictadura se ha cargado a gente de tu familia necesitas más. Todo eso configura una fábrica de sueños porque la realidad es bastante catastrófica. Cantábamos mucho, porque el que canta sus males espanta. Yo empecé cantando, de ahí nació todo. A los 14 años decidí no cantar ya más. Me quedé en Radio Valladolid. Menos la limpieza lo hacía todo. Entonces pedí ir a Radio Madrid. Me hicieron una prueba y me aceptaron. Al año de estar allí me dieron un trabajo para el teatro. En lugar de quedarme en Radio Madrid donde había proyectos para mí, porque lo había dejado una actriz muy famosa que se había casado, decidí quedarme en el teatro donde descubrí que me pasaban cosas únicas.
-Dice que sustituye a una actriz que se casó y lo dejó, parece que es algo de hace siglos.
-Las mujeres cuando se casaban dejaban el trabajo. Ahora no se recuerda eso, pero antes era muy difícil que el marido estuviera de acuerdo en que trabajara. Lo más grave de todo es el riesgo de vuelta atrás, la historia nos lo cuenta muchas veces.
-Su trayectoria no es la de una mujer a la que las cosas le hayan venido dadas.
-Mi pasión es el teatro. No he tenido la necesidad de hacer cine. Sin embargo tengo la certeza de que quiero hacer teatro continuamente. Hice televisión porque daba una popularidad que tenía un gran valor de cara a una contratación.
-Hubo un tiempo en que la televisión educó mucho sobre teatro, aquel 'Estudio 1'…
-Nunca estuve de acuerdo, hicimos 'Estudio 1' porque eran los textos que podíamos hacer en interiores. La tele echó mano del teatro pero ese público, si no ha ido al teatro, no sabe lo que es. El teatro no es una obra en una pantalla, es una historia contada en directo. Es de las pocas cosas que no están enlatadas y no quiero que se enlaten.
-Año tras año se habla de la crisis del teatro, ¿es una crisis existencial?
-Estamos en crisis permanente por eso la actual casi no nos afecta. La crisis del teatro está en la cultura del país y este país no es teatral. No es Londres, donde la calidad y la promoción han llevado a que la gente incluya el teatro cuando lo visita. Aunque en España hemos ido a mejor.
-Si las crisis ayudan a eliminar lo superfluo, ¿el teatro permanecerá?
-Pero es mejor que no haya crisis y que permanezca por sus valores. Lo cierto es que hemos vivido por encima de nuestras necesidades. Hemos asociado bienestar con tener más y ahí no está la calidad de vida sino en tener lo preciso y tiempo para disfrutarlo. Siempre lo entendí así. Los paganos son los que han perdido el empleo. Me gusta que hayan salido los chicos a la calle, yo estoy con ellos, creo que hay que reconducir la democracia y llamar a las cosas por su nombre y empezar por el respeto a la gente que tiene que tener un techo, un trabajo.
-Nos está haciendo recordar los versos de Gabriel Celaya, eso de salir a la calle a cuerpo.
-Soy tan mayor, me queda un ratito, y me lo pasaré protestando y llamando a las cosas por su nombre.
-Hessel, Sampedro, mucho mayores que usted, han hecho sonar las alarmas. ¿Les recuerda este momento tiempos peores?
-No sé lo que es peor, habría que hacer análisis. Las carencias, vivir bajo las patas de un dictador, son pésimas circunstancias pero tienen arreglo, ahora nada es lo que parece, hay una perversión en las formas y en el fondo.
-¿Qué supone que una plaza en, las Delicias, el barrio en el que ha nacido, lleve su nombre?
-Es una de las cosas más emocionantes. Aunque ya no se le parece, en mi mente está muy claro cómo era mi barrio. Valladolid, para mí, fundamentalmente, es mi barrio. Es el sitio, al lado de Farnesio, de la explanada que teníamos que atravesar para ir a comer una tortilla. Valladolid es mi barrio, donde nací, jugué, soñé, tuve mis amores de vecindad, mis vecinas queridas.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 30-05-2012
Publicado en "El Norte de Castilla" el 30-05-2012
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