lunes, 16 de marzo de 2009

EL VALLADOLID SÍ TIENE "GETA" Y FE



Paradojas de la vida. Primer partido, tras el perro invierno, que acaba de día y primer partido en el que casi me duermo. Cuando sólo un equipo quiere jugar es imposible que el espectáculo alimente los ojos y los del sur de Madrid se acercaron a Zorrilla a evitar el fútbol. Sorprende a quien no les ha visto que un equipo con esa nómina se vea tan apurado, pero el corsé al que les somete su entrenador no se adapta a la morfología de la plantilla. Gavilán, Albín, Granero y compañía deambulan como almas en pena por el verde que debería ser de la esperanza y empieza a ser de la congoja. En unos meses han pasado de soñar en conseguir un título europeo a temer la vuelta a la caverna, de ser una llama de ilusión a un equipo raquítico que no hace honor a su nombre: juegan con poca jeta y ninguna fe.
Frente a tan poco, el Valladolid ha obtenido los tres puntos. Parece sencillo pero no solía ser así y es la mejor noticia. El cuadro pucelano acostumbraba a perder -a lo sumo empatar- estos partidos enrevesados. No sabían ganar cuando no podían desplegar su juego combinativo, sólo vencían si jugaban mucho mejor que el rival. Ganar así deja un buen regusto: el de saber que, cuando el buen fútbol no llega, el oficio rinde cuentas en el saldo.
El Real Valladolid se hartó de centrar balones al área pero ninguno floreció. La presencia de Oldoni producía el mismo efecto sobre el juego pucelano que los faros sobre los barcos, en vez de las habituales triangulaciones interiores esperando la llegada de los jugadores de la segunda línea, optaron por un juego mucho más directo sobre la cabeza del brasileño. Más que nunca hemos comprobado la importancia de Goitom en el ataque de este equipo. El sueco aporta mucho más que luce y, cuando no está, el grupo se resiente. Pedro León y Sesma agradecen sus desmarques, sus ayudas y los espacios que les concede. Contra el Getafe, los dos exteriores ofrecieron el peor partido conjunto de la temporada. Oldoni, bien es cierto que es su primer partido como titular y, por tanto, pronto para juzgarle, tiene un ámbito de influencia mucho menor que se circunscribe al área y su corona. tapa las llegadas, no se asocia con el media punta, ni cae con naturalidad a las bandas. Es un rematador puro y será, sin duda, un recurso eficaz pero condicionará a los compañeros que tendrán que adaptarse a estas características. Curiosamente, el gol del Valladolid llegó cuando Oldoni ya estaba en la ducha y en una jugada clásica de este curso: triangulación y llegada.
Los que mirábamos hacia arriba ya no parecemos tan locos, hasta el más timorato sueña con un año para el recuerdo: dormimos pegados a los puestos UEFA y a tiro de la Liga de Campeones. El reto es no decaer en el empeño. Que pase el siguiente. Por Himalaya que sea.

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