Aquellos que estudiamos en los años previos a la LOGSE recordamos con un poco de humor -y algo más de mala baba- las notas de los exámenes de esa asignatura que entonces se llamaba Lenguaje. Se acostumbraba a restar puntos por cada falta de ortografía y, a resultas de lo cual, la calificación de algún compañero bajaba del cero.
La primera parte del partido de anoche, con aquel método evaluativo, se parecería bastante a uno de esos exámenes con mala nota en el que, además, se debería restar algún puntejo por la pésima ortografía. Un menos tres, menos tres habría sido un resultado justo. Empate al fin y al cabo, pero un resultado que hubiera reflejado de mejor forma las miserias de insulares y peninsulares durante esos insufribles tres cuartos de hora cuyo único valor fue la posibilidad de confraternizar, entre bostezo y bostezo, con la gente de esta sección. Sorprendió la falta de tensión competitiva de un Real Valladolid que, liberado del miedo al abismo, debería mostrar mayor osadía y ningún nerviosismo. Pues bien, vimos todo lo contrario, un equipo pusilánime y despistado. Los primeros quince minutos del buen lateral Pedro López ilustran lo que digo. Erró en cada ocasión que pudo. Parecía que el despiste venía de antes y había salido al campo con las chanclas en vez de con los borceguíes.
La segunda parte fue más fructífera para los pupilos del maestro Manzano. Sus alumnos seguían sin saberse la lección pero al menos se centraron en no dar patadas al diccionario. El examen de los ‘bermellones’ no daba para el aprobado pero, dado que alguno tenía que ganar, el partido premió a quien no escribió galleta con jota. Lo curioso es que el primer premio que obtuvo el Mallorca lo consiguió con la aprobación irregular de otro mal alumno: un colegiado que no fue a clase el día que explicaban cuando un jugador está en posición de fuera de juego.
Volviendo a aquellos años, uno también recuerda que a partir de las diez de la noche los niños no veíamos la tele. Los padres que ayer tomaron esa decisión acertaron. Al menos si quieren que sus hijos se aficionen al fútbol. El partidito mereció los dos rombos por obsceno. Lo único destacable -para los que seguimos la narración que ofrecía la Sexta- fue la afirmación del exfutbolista Gica Craioveanu quien, tras una parada de Sergio Asenjo, afirmó: ‘el Valladolid ha encontrado portero para muchos años’. No sabe lo que se estila por esta tierra. Para que la apreciación hubiera tenido validez debería haberla completado con un corolario, el Valladolid lo ha encontrado y estará muchos años a un gran nivel, pero eso será en otros lares.
Quiero creer que el partido fue un accidente y que los blanquivioletas retomarán la senda del juego. De lo contrario no merecerá la pena verlos hasta que comience la próxima temporada, y alguno se dará de baja.
Publicado en “El Norte de Castilla” el 24-4-2009
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