lunes, 27 de abril de 2009

NO HAY NATA PARA ADORNAR EL PASTEL



Los gurús de la ‘nouvelle cuisine’ pretenden que sus platos entren por los ojos antes de acariciar el paladar; los que tiramos más hacia la gastronomía clásica disfrutamos del preámbulo de una buena fabada con la vista y el olfato. La temporada del Real Valladolid corre el riesgo de parecer mala porque, tras una buena preparación y una cocción adecuada, la presentación final puede despedir un hedor a languidez que nos haría olvidar los buenos ratos pasados. El partido de ayer ha sido uno más de esta retahíla que nos aboca a un fin de año plomizo. Cinco partidos consecutivos sin mojar, mal de muchos consuelo de tontos, pensará alguno en idéntico trance, dos empates a nada en los dos últimos partidos disputados en el verde de Zorrilla y poco, muy poco, que llevarse a la boca.
Mendilibar experimentó, que no es mala cosa cuando las habas están garantizadas. La ausencia de los mediocentros de cabecera provocó unas modificaciones con aire de revolución en el esquema, pero el ensayo chirrió en varias de sus tesis. Baraja contribuyó a reforzar la consistencia defensiva pero no aportó ni una solución en la fase ofensiva del juego. Y no se lo podemos recriminar, a nadie se le debe pedir lo que no puede hacer. Y creo, además, que el entrenador no aspiraba a más cuando decidió conceder al de Castronuño la plaza de titular. Peor rendimiento obtuvo el cuadro pucelano desde las bandas. Desde que Sesma se lesionó, el juego por el ala izquierda había desaparecido. Mendilibar realizó toda clase de probaturas barajando todas las opciones pero ayer dio un giro más a la tuerca: concedió plaza en el once como exterior diestro a Aguirre y desplazó a la otra banda a Pedro León. El efecto fue devastador, para arreglar la pata coja cortó las dos. Este chico, en busca de su ‘El Dorado futbolístico’, ha realizado el camino inverso pero igual de infructuoso al de su homónimo, aquel Lope de Aguirre rebautizado por el cienasta Werner Herzog como la cólera de Dios. La cólera, en éste caso metafórica, es la del aficionado que se pregunta qué vieron en él cuando decidieron ficharle. Si tenía algo, no lo cargó en el equipaje. Deambula y no se le ve mentalmente implicado. No sabemos si seguir esperando o esto es lo que hay. La lesión de Pedro López nos dejó la última duda, el papel de Jesús Rueda en la plantilla. Parecía razonable que Baraja fuese a la derecha y el hueco dejado por éste lo cubriese el canterano. Pero no fue así y el chico sólo pudo actuar tras solicitar Borja el cambio.
Y así fue yéndose otro domingo. Esta temporada, en vez de terminar, parece que se apaga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario