jueves, 23 de mayo de 2013

CUATRO LETRAS


¡En qué pocas letras somos capaces de esconder tantísimas historias! En tan pocas como cuatro, las que forman la palabra tren. No hay cuatro letras mejor aprovechadas, cuatro letras que aprietan los botones de la memoria y la fantasía, cuatro letras que alimentaron sueños, que acercaron a padres e hijos, que permitieron que los pueblos no fueran tan pueblos, ni las ciudades tan inaccesibles. Cuatro letras que dieron besos, que nos llevaron a la consulta del médico o al internado dos veces por trimestre. Cuatro letras con las que podría empezar cuarenta relatos, unos de trenes perdidos, otros de trenes cogidos por casualidad. Podría contar cómo aquel día tuve que dormir en una parada de metro -porque las dos de la mañana del martes ya es miércoles- o hacerme el dormido porque el dinero en pesetas no me llegaba más que para Medina del Campo.

Pero cambian los tiempos -llegaron los trenes grandes que fueron comiendo inexorablemente a los chicos- y las concepciones, pasamos del estado social al de tanto tienes, tanto vales; de esta forma el valor del tren se dejó de medir en servicio, pasó, sin más, a ser un apunte contable. La suma de estos cambios dio como resultado la eliminación de la biodiversidad ferroviaria, en breve la fauna estará solo compuesta por AVES con cara de modernidad y pico para la rapiña, aves de mal agüero cuyas alas solo podrán pagar unos cuantos. Los demás, como las vacas, los veremos pasar si entender lo que ocurre.

Cuando ese proceso termine, las historias que están por escribir nunca podrán ser escritas y nos preguntaremos dónde habrán ido esos besos que ya nunca dimos, los pueblos estarán de nuevo a miles de kilómetros de las ciudades y acudir a la cita del médico será aún más complicado.

Parece que molestan estas cuatro pobres letras que no me dejan más remedio que conjugarlas en pasado, pero que añoraremos cada día más. Porque ahora dirán que sobran, como no hace tanto desechábamos un abrigo porque ya no estaba de moda. Ahora, ya sin empleo, tenemos frío pero no podemos comprar otro. 

Publicado en "El Norte de Castilla" el 23-05-2013

1 comentario:

  1. Q razón tienes. Acaso es necesario viajar a 300 km/h y llegar de Madrid a BCN en dos horas y media? Vivimos en el mundo del streess, todo hay q hacerlo deprisa, corriendo, a gran velocidad, aunque no disfrutemos de ello.

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