lunes, 22 de octubre de 2018

PORQUE NO LO TENGO, SI NO...

Foto El Norte
Lo pudimos ver en uno de estos programas que proliferaron allá por los noventa del siglo pasado y que básicamente pretendían la risa fácil de la audiencia mediante el recurso de lanzar a un -vamos a llamar- reportero lenguaraz a la calle en busca de anónimos viandantes a los que, con intención de provocar, asaeteaban con preguntas pretendidamente mordaces. Esta vez el cazador fue cazado, el mozo del micrófono en ristre encontró la horma de su zapato y fue él el que acabó cortado. Por aquel entonces se había estrenado la película 'Una proposición indecente', recordemos, un millonario encarnado por Robert Redford ofrece un millón de dólares a un matrimonio a cambio de pasar una noche con la mujer, papel interpretado Demi Moore. El jovenzuelo callejeaba al acecho de mujeres de un entorno de edad cercano al del mito para preguntarles que si ellas se acostarían con Redford por aquel dineral. Alguna -ruborizada- dijo abiertamente que sí; alguna otra -ofendida-, que no. Hasta que llegó una mujer genial que, tras entender mal el sentido en el que habría de fluir ese supuesto millón, todo desparpajo, mientras se relamía solo con imaginar esa noche con el galán a su disposición, dejó boquiabierto y sin respuesta al reportero.
-«Ay, bonito, porque no tengo tanto dinero, si no...».

Me imagino la respuesta a una pregunta similar realizada anoche a un aficionado del Real Valladolid que hubiera perdido la consciencia a principio de temporada y no la hubiera recuperado hasta ayer.
-«¿Firmaría usted que su Pucela llegase a la novena jornada de la competición a un punto del Real Madrid?».
-«Ay, bonito, dame ese papel y rubrico encantado que solo nos sacase un punto».
Donde digo 'aficionado', podría perfectamente escribir 'jugador' porque algunos ni en sus mejores sueños se imaginaban verse en esta situación cuando se está cerca de traspasar el primer cuarto de la temporada. Si uno de ellos puede ser convertido en el paradigma de la metamorfosis es sin duda Javi Moyano, un tipo de esos que honra la camiseta que viste y el brazalete que porta. Ha debutado en Primera a los 32 años con lo cual aúna la ilusión del niño que llega por primera vez con el saber estar adulto del que las ha visto de todos los colores y no siempre bonitos. Ha aguantado patadas de rivales y de su propia afición cuestionando su capacidad. Y se sobrepuso trabajando y aprendiendo. No será un un Robert Redford del balón, que no lo es, pero está donde está y bien que lo merece.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 22-10-2018

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