jueves, 25 de octubre de 2018

QUE SI QUE, QUE NO QUE

Imagen tomada de eleconomista.es
La jota del ‘que sí que, que no que’ tocada sobre el escenario de la Sala Tercera del Tribunal Supremo al respecto de quién debe pagar el impuesto por la inscripción de las hipotecas, más allá del ridículo producido, nos deja sobre las tablas una estrofa verdaderamente preocupante, aquella que fue escrita en una nota informativa por el presidente de la Sala en la que, para “dejar sin efecto todos los señalamientos sobre recursos de casación pendientes con un objeto similar”, utiliza como cimiento la “enorme repercusión económica y social”. En realidad, todos hemos entendido el disparate como un eufemismo para, palabrería mediante, salvar la cara a esa banca a la que la sentencia del Tribunal había dejado un tanto cariacontecida. Al fin y al cabo ahí, en la cuenta de resultados bancaria, es donde se concentraba la mayor repercusión económica. La social, por otra parte, con cierta cautela, eso sí, como siempre que llega una inesperada buena noticia, se condensó en un ‘dar palmas con las orejas’ de los miles de potenciales beneficiarios.
Pero a lo que vamos, la “enorme repercusión económica y social” no puede ser el argumento jurídico de nada, al menos en un país en el que la Justicia pueda ser tomada en serio. Suena demasiado a eso que conocemos como ‘razones de estado’ y  que no son más que las razones de los que controlan el Estado.  
La sustancia que ha de determinar quién paga dicho impuesto debería ser extraída estrictamente del campo del Derecho. Todo lo demás ubica a los jueces en un territorio impropio, el de la política o el de la economía. Cuando los jueces pretenden ser la solución, terminan siendo un problema. No sería solo que se habría roto aquel principio de la separación de poderes, estaríamos en una representación en que los jueces harían lo que no les compete dejando sin hacer las labores de su competencia.
Llegados a este punto, el desprestigio de la Justicia subiría algún que otro peldaño más. En esto parece que estamos, entre otras cosas, porque no es nuevo que en las altas instancias judiciales -aquellas cuyos jueces fueron designados por el poder político- se retuerzan los renglones del Derecho para dar satisfacción a aquellos que eligieron a los firmantes. Cuando no es con el ‘que sí que’ de las sentencias, es con el ‘que no que’ de las marchas atrás.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 25-10-2018

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