jueves, 1 de noviembre de 2018

EL TIEMPO SE DETIENE O ESO PARECE

Valladolid vista desde el Clínico
En algunos de los pasillos de un hospital, el tiempo parece detenerse; tanto da si observamos desde una perspectiva realista, elucubramos con material metafórico o nos ceñimos a constatar la potencia aristotélica de las escenas.
En la vida -lo que mal llamamos vida y que no es otra cosa que la suma de rutina y contexto- se abre un paréntesis, una acotación que se aleja y nos permite tomar distancia del día a día que nos arrastra. Hasta allí, apenas llegan ecos de lo que ocurre fuera y lo poco que llega suena, aún más, a teatrillo. Vista desde esa distancia, la pantomima se muestra más claramente como pantomima. Se cerrará el paréntesis, la rueda volverá a girar como antes, nada parecerá haber cambiado; pero me da que, una vez se ha visitado el territorio donde se dirime lo importante, el ruido producido por “el coro de los grillos que cantan a la luna” me rechinará más si cabe. Y se desdeñará tal ruido, pero no sin antes apostillar que es ruido.

El tiempo no frena, nada lo detiene, pero a veces, de tan lento como transcurre, transmite la sensación de haberse echado el freno. Miras hacia la ventana y lo que se ve es tal que un cuadro, una fotografía, un instante detenido en el que sobresalen las torres de San Martín y la Antigua. Siempre, una y otra vez, la misma imagen. Cambia la luz, pero es tan pausado el movimiento que no se advierte. Como aquellas ranas que murieron al no percibir que el agua, su agua, se calentaba poco a poco; como nosotros cuando, también poco a poco, hacemos catálogo de todo lo que hemos perdido en este decenio ominoso. Miras a la ventana y dices ‘se ha hecho de noche’ sin tener idea cierta de en qué instante la noche se hizo.
Miras alrededor, junto a tu historia conviven otras historias. El miedo está presente aunque se pretenda esconder. El ser humano, cada ser humano, está vivo en realidad pero es un muerto en potencia. A todo el mundo, más o menos tarde, se le parará el reloj, se le detendrá su tiempo y esta vez será de verdad. El tiempo, la vida, ya quedará solo para todos los demás. Miras alrededor, te miras a ti mismo. No quieres que lo que inevitablemente llegará, te pueda asaltar de golpe, pero se te hace presente, muy presente, al menos como posibilidad.
El paréntesis se cierra; el tiempo, paulatinamente, adquiere aquella velocidad de crucero. La vida sigue.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 01-11-2018

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